El diario The Economist lanza publicación sobre la evolución de las organizaciones benéficas y lecciones de empresas.
¿De qué trata este artículo?
El diario internacional The Economist, con sede en Londres aborda temas de actualidad de las relaciones internacionales y de la economía desde un marco global, en esta oportunidad con «Las organizaciones benéficas se están volviendo más profesionales» da un informe de como las organizaciones sin fines de lucro están aprendiendo lecciones de las empresas. Y las empresas están aprendiendo de organizaciones benéficas
En este enumera casos como el de la megatienda Emmaus en las afueras de Preston, una ciudad del norte de Inglaterra, que es la mayor tienda de caridad en Gran Bretaña, en la cual los clientes deambulan entre interminables filas de sofás, prueban los cojines y examinan las otras mercancías, desde artículos de primera hasta bicicletas. Algunos miembros del personal son voluntarios.
Con estos casoss muestra el movimiento en el que las tiendas de caridad se parecen cada vez más a otras tiendas minoristas, con diseños atractivos, servicio al cliente profesional y gerentes que perfeccionaron sus habilidades en la calle principal. De hecho, todo tipo de organizaciones sin fines de lucro se han vuelto más comerciales en las últimas décadas.
En la década de 1980, los gobiernos comenzaron a financiar organizaciones benéficas menos a través de subvenciones y más a través de contratos. El cambio continúa. De acuerdo con el Consejo Nacional de Organizaciones Voluntarias (NCVO), entre 2001 y 2015, la proporción de fondos estatales de organizaciones benéficas británicas en forma de contratos aumentó del 49% al 81%.
El análisis de The Economist muestra que, de 12 departamentos del gobierno estadounidense con abundantes datos, diez aumentaron la proporción de fondos de caridad que se obtuvieron mediante contratos durante el mismo período. En 2010, la Comisión Europea observó la misma tendencia.
Aprovechando el propósito
Muchos trabajadores de caridad lo aceptan. Cuantas más mentes piensen sobre cómo mejorar el mundo, mejor. Algunos temen, sin embargo, que si la línea divisoria entre las organizaciones benéficas y las empresas se desvanece aún más, los donantes y voluntarios pueden estar menos dispuestos a dar su dinero y tiempo. Pero una organización benéfica que aprende de los negocios cómo hacer un bien mejor debería ser capaz de persuadirlos.
Más información
Este artículo apareció en la sección internacional de www.economist.com y puedes consultarlo aquí.